Este pasado sábado a las ocho de la tarde, puntuales como clavos, hicimos acto de presencia en el Espacio Joven de Valladolid para asistir al directo de un par de bandas emergentes y muy prometedoras del panorama nacional.
Dicho concierto en un principio iba a realizarse en la sala Black Pearl pero por circunstancias ajenas a la organización fue movido a la sala en la que finalmente se efectuó, el auditorio del Espacio Joven de Valladolid. Esta sala tiene una serie de desventajas frente a otros locales, las más destacables en mi opinión son que es un sitio público, por lo que no se pueden vender bebidas alcohólicas. Esto es importante porque The Bleach y The Pickpockets son dos bandas las cuales hacen imprescindible tener una bebida (preferentemente cerveza) para poder vivir al 100% la experiencia “garage”. Otra desventaja es que resulta un sitio un poco frío y no muy atractivo, lo cual lleva a mucha gente a echarse para atrás a la hora de acudir a directos aquí, sobre todo si es bajo pago. Y por último y creo que más importante es el problema del horario. El auditorio solo abre hasta las diez de la noche, por lo tanto todas las actuaciones tienen que haber finalizado antes de esta hora, lo que es bastante ridículo y obliga a empezar muy pronto y seguir un estricto horario. Como no iba a ser todo negativo podemos decir que cuenta con un sonido aceptable y un espacio bastante adecuado para grupos de este rango (y está cerca de mi casa).
Al entrar en la sala me sorprendí al ver que estaba prácticamente vacía a escasos cinco minutos del comienzo de la actuación. Los teloneros, que evidentemente fueron los Pickpockets, subieron al escenario puntuales y apenas habían llegado diez personas más al auditorio. En un ambiente casi íntimo, con luz tenue y tras una breve presentación empezó a sonar el primero de los temas del conjunto leonés. Con las manos un poco frías en los primeros temas, fueron in crescendo mostrando toda la fuerza de su powerpop retro que acostumbran a exhibir. Si no fuera por la enorme cristalera que hay detrás del escenario que deja ver excelentes vistas del paseo de Zorrilla en más de un momento nos hubiéramos visto trasladados a cualquier garito de la Inglaterra de finales de los setenta. Me cuesta sacarle defectos a este recital por mi debilidad por los sonidos modernistas pero tal vez pecaron un poco de canciones repetitivas utilizando los mismos recursos una y otra vez, sobre todo en la batería. Por otro lado el guitarrista y vocalista Jorge Coldan nos dio a los pocos que asistimos una embebecedora lección de guitarreo de alta frecuencia que dejó con la sonrisa en la boca más de uno. Tras escasísimos 40 minutos de actuación y un final un poco brusco terminaron dando paso a los principales de la noche.
The Bleach salieron a continuación sin perder ni un minuto apremiados por la escasez de tiempo. Apenas tuvimos unos segundos para verles las caras cuando todas las luces se apagaron y la potente percusión de Iván empezó a reventar la sala y tardó poco en hacer llevar a todos los asistentes el ritmo con el pie. En la siguiente canción las luces volvieron para mostrarnos al trio madrileño en todo su esplendor. En vez de desanimarse por la poca presencia de público como le hubiera pasado a cualquier banda que se encontrara en esa situación, los de Madrid parecieron venirse arriba y no pararon de dar rock’n’roll a altas revoluciones durante la hora y cuarto que duró el concierto. La banda dio un buen repaso a su disco debut sin dejarse ninguna canción en el bolsillo para que los más grupis pudieran irse a casa, o de parranda, más contentos que unas castañuelas. El conjunto dejó entrever sus influencias más rocanroleras al puro estilo de los Stones o Cream pero también influencias de sonidos más cercanos al brit pop primitivo. Desde luego resulta un directo muy interesante que incluye mucha interacción entre los miembros de la banda llegando a hacer un pequeño teatrillo en las últimas canciones. Sin embargo también hay veces que su sonido revival les llega a perjudicar utilizando demasiados clichés típicos de su género y haciendo que la articulación batería-bajo-guitarra nos suene poco original. Esto no quita que tengan ya una personalidad muy conseguida en la que destaca su percusionista, que con la batería colocada en el medio del tablado, no sé muy bien si por falta de espacio en el escenario o porque querían darle una importancia especial (creo que una mezcla de ambas), proporcionó un alucinante espectáculo que fue progresivamente en aumento llegando a su punto álgido a mitad del concierto cuando tenían reservado un espacio instrumental en el que este se dio el gustazo de explanarse con un solo. La voz jadeante de Jon y la guitarra precisa de Sam completaron el concierto e hicieron de este una actuación memorable y recomendable. Al final hicieron un bis bastante forzado con el típico “que esta es la última eeh, cuidado” y luego la esperada “bueno, tocamos una más que las normas están para romperlas”. Esto en boca del vanidoso guitarrista, con un look más a lo Kings Of Leon de última generación que de lo que se espera de un garagero, sonó bastante pedante. Detalles aparte, no me queda más que recomendar a quienes lean esto que tachen en su calendario la fecha del próximo concierto más cercano de este trío, porque estoy seguro de que no les defraudará, a mí al menos no lo hizo.
Son geniales!!!
ResponderEliminarUn beso, Paola
comoloca.blogspot.com
En directo lo dan todo, ¿les has visto ya?
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